Tu aspecto exterior es el espejo de tu interior
La suma de las experiencias y emociones que vivimos forman parte de nuestro proceso de envejecimiento, fijándose en nuestro rostro y nuestra postura. Por esta razón, vamos acumulando energía, emociones y sentimientos que deforman nuestro verdadero YO.
Todo lo que nos marca interiormente se abre camino al exterior y aparece como un mapa de nuestra alma dañada. Tal como las emociones no procesadas se manifiestan en el rostro como líneas de expresión, un aspecto envejecido y/o deteriorado también son los resultados de un bloqueo energético.
CUIDAR NUESTRO CUERPO PERMITE SANAR LAS HERIDAS INTERIORES
En el momento que comenzamos a cuidar nuestro cuerpo, nuestro tiempo y cultivamos momentos exclusivos con nosotras mismas; las personas somos capaces de sanar las heridas interiores. Por consiguiente, nuestro aspecto comienza a florecer en todo su esplendor y armonía. Esta sanación siempre será posible desde la aceptación y el amor incondicional hacia una misma.
¿Comenzamos? La herramienta que hoy compartimos es el automasaje facial: nuestros músculos faciales necesitan entre 5-10 minutos diarios de masaje. A última hora, antes de acostarte y tras tu limpieza facial te recomendamos la siguiente rutina de automasaje, relajación y rejuvenecimiento.
AUTOMASAJE FACIAL
- Utiliza un aceite de calidad, tal como, aceite de germen de arroz, de jojoba, de rosa mosqueta y argán, aceite de aloe vera, de almendras. Vierte una pequeña cantidad en las palmas de las manos y reparte por rostro, cuello y escote.
- Repite de 3 a 6 veces la siguiente fase: presiona ligeramente tu frente y desliza tus manos hasta las sienes. Sigue deslizando lateralmente hacia las mejillas, a lo largo del cuello, hasta la clavícula.
- Repite de 3 a 6 veces el siguiente paso: apoya tus manos sobre las mejillas y desplázalas hacia las orejas, sigue a lo largo del cuello hasta tu clavícula.
- Repite de 3 a 6 veces la siguiente combinación: apoya un dedo índice lateralmente encima de los labios y el dedo corazón por debajo, entre el labio inferior y la barbilla. Desplaza los dedos de lado aplicando un poco de presión hasta el hueso mandibular.
- Repite esta acción 3 veces: sitúa los dedos índice y corazón de ambas manos sobre el nacimiento interno de las pestañas y desplázalos con energía por encima de las pestañas hasta el borde exterior. Desde ahí, deslízalos hacia abajo ejerciendo una delicada presión, hasta llegar debajo de los ojos.
- Repite este proceso de 3 a 6 veces: desliza los dorsos de las manos, alternandolos, pasandolos por el cuello y por la parte inferior de la barbilla y viceversa.
- Por último, golpea suavemente con los dedos de la cara, cuello y escote. Al final, enjuaga el rostro con agua y seca con algún algodoncito.
Con el masaje, ejercicios energéticos y meditaciones podemos, no solo rejuvenecer nuestro rostro sino también mejorar de forma permanente nuestro estado de ánimo.
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